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Por Susan Campos Fonseca. ¿Qué es el piano sino una tecnología? ¿Acaso los cuerpos que crean sonido a partir de él, le hacen diferente a otros artefactos?, y si es así, ¿por qué? Cuando pienso en un piano siempre viene a mi memoria aquella “caja metafísica” de Jorge Oteiza. Y su arpa interna, horizontal, las esculturas metálicas de Eduardo Chillida, capaces de cambiar de piel… pero, ¿cómo el metal puede cambiar de piel? Pues así es el arpa del piano, como una serpiente, cambia tensándose en las entrañas de la caja metafísica, madera, árbol aún. Y así, ese poco de humanidad que aún subsiste en nuestro mundo, parece justificar aquella vuelta a lo que no parece convertirse en tecnología obsoleta, el piano.

Marvin Camacho es una de esas criaturas humanas que encuentran en el piano un espacio ritual. La notación musical de sus obras conserva la arqueología de esta búsqueda. Su cuerpo ha marcado un recorrido en y con este instrumento. Un “piano ritual ” ¿cómo es esto posible? El compositor, frente a un instrumento que representa las contingencias de occidente, pero a su vez, la libertad de quienes hallaron en el artefacto de los conquistadores, el árbol, la entraña, la serpiente, cambiaron de piel. Marvin Camacho se pone de pie, se sumerge en la caja metafísica, hila una cosmogonía. Las técnicas extendidas aplicadas solo a través del cuerpo, sin intervenir el instrumento, son un ejemplo de ello. También la voz, que dentro del imaginario sonoro del compositor, remite a fuentes etnográficas, por ejemplo, los cantos del pueblo Bribri, comunidad indígena de Costa Rica, que marca la construcción motívica, melódica y metafórica de su trabajo. La armonía tradicional y la transtonalidad también habitan su ecosistema sonoro, esta conjunción se demuestra en su obra Chamánicos (2000).

El repertorio de concierto es parte estructural del catálogo de Marvin Camacho, no solo la música íntima, donde el cuerpo explora el instrumento a solas. Encontramos en Camacho también la obra para piano y orquesta, donde el compositor dialoga con el género canónico y el espectáculo del solista, del virtuoso. Incluso aquí el ritual remite a otra clase de virtuosismo. La Fantasía No. 1 para piano y orquesta (2014), al igual que en su obra para soprano y orquesta, Un hombre llamado Don Quijote (2008), muestra la individualidad en lucha con la colectividad, aspecto que parece marcar una reflexión crítica del autor, convirtiendo a la orquesta en una especie de comunidad, pero a la vez, en una casa cósmica (como en la tradición Bribri), ya que los recursos orquestales coinciden con la propuesta del compositor en su Salmo No. 2 “De las Esferas” (2013). El solista es un habitante entre mundos, el piano, caja metafísica una vez más. El Preludio y Habanera para mano izquierda sola (2015), coincide con esta lucha, que es a su vez una introspección. La “amputación” del pianista, aunque simbólica, obliga a pensar la obra como vía ritual, penitente, pero a la vez superviviente, si se quiere.

Personas rituales habitan la conceptualización de este álbum: Dante Alighieri y su Divina Comedia, en Sonata dall’Inferno (2007), Sonata dall’Purgatorio(2010 ) y Sonata dall’Paradiso (2012); y Miguel de Cervantes y su Quijote, en el “cervantismo musical” de las Tres Quijotadas de un Hidalgo(2010). Estas presencias dan unidad a la propuesta, al perfil del ser humano que es, y que busca, como Diógenes de Sípone, Marvin Camacho. Un ser humano que se ha transmutado con el piano, no solo como extensión técnica instrumental, sino como guía en su peregrinación vital.

Piano Ritual muestra este perfil del compositor pensando en música. Las obras incluidas en este álbum son premier discográfica, con excepción de las Tres Quijotadas de un Hidalgo y la Fantasía No. 1. Leonardo Gell, colaborador y cómplice del compositor desde hace varios años, estrenó las dos primeras sonatas dantescas, el Preludio y Habanera, entre otras obras de Camacho, como Ritual No. 1 para violín, clarinete y piano (2010), De Profundis-Concierto para trío y orquesta (2011), Concierto No. 1 “Iniciático” para piano y orquesta (2012), Concierto para piano, cuerdas y percusión (2009-2012), y Suite No. 1 para saxofón y piano (2013); incluidas en su discografía monográfica: Rituales y Leyendas (2012) y Salmos Cotidianos (2013), entre otras producciones. Consecuentemente, este disco celebra los 50 años de Marvin Camacho (n. 1966) y los 30 de Leonardo Gell (n. 1986), sellando una especie de comunión entre compositor e intérprete, quizás un pacto, un compromiso en hacer arte para la vida.