Desde que comencé esté proyecto de pensar la posibilidad de una escucha otra de la música iberoamericana, en comunión con una consideración crítica del “giro decolonial” y la Estética, la vida me ha dado la oportunidad de reencontrarme con raíces de mi propia formación. Y quizás sea la persona del Marvin Camacho, compositor y gran maestro costarricense, galardonado este año, una vez más, con el Premio Nacional de Composición, quien a través de su pensamiento me ayuda a vislumbra esas sendas borrosas, esos “caminos de bosque”, que para Heidegger y Zambrano, -incluso el Ortega de las Meditaciones del Quijote-, nos conducen hacia la posibilidad de pensar la discontinuidad de la experiencia humana, en este caso, conservada y construida a través de la materia musical y sonora.
Durante estos días, conversando con el Maestro Camacho, he confirmado que la corpografía de la creación, el imaginario en-carnado que construye cada compositor y compositora, requiere de herramientas hermenéuticas capaces de acercarse no solo a la producción notada y grabada, sino al pensamiento simbólico y poiético. Estas herramientas nos obligan a pensar metodologías porosas, capaces de servir a preguntas de investigación que se acerquen a los fenómenos estudiados de manera, si se me permite el término, “ergonómica”, que no busquen demostrar teorías y posicionar “escuelas”, sino, acercarse a la complejidad de la persona humana.
Esto significa que necesitamos repensar como nos formamos, y como los programas disciplinarios se conforman. En los estudios sobre músicas y artes sonoras, la interdisciplinariedad ha sido y sigue siendo un objetivo importante, pero si una “decolonización de la escucha” es posible, creo que es en la vía del pensamiento “postnacional” y “postdisciplinar”. Obras como las del Maestro Camacho nos ponen a prueba como académicos, su universo personal es tan complejo que reducirle a connotaciones nacionales o disciplinares puede introducir prejuicios ideológicos y estéticos que nos oculten La Visión de este creador, o como dicen los científicos naturales, “contaminen el experimento”.
Quizás estamos ante una manera otra de pensar la investigación, empezamos por la condición liminal de la creación, -sea de Marvin Camacho o de la música iberoamericana-, pero creo que aquí existe una posibilidad de pensar esa historia que vislumbró Benjamin en el Angelus Novus.
En casa del Maestro Camacho me re-encontré con una obra que pinté para él hace muchos años, la comparto porque creo que en ella existe algo que fui capaz de pensar entonces a través de su música. Algo que vino a mí cuando la Academia todavía no era parte de mi manera de experimentar el mundo. En ella se conserva una pregunta sobre la creación y experiencia cultural que me inquiere hoy, cuando regreso a Costa Rica
¡Gracias Marvin Camacho por tu música y por la Sabiduría que compartes con ella! ¡Felicitaciones de todo corazón por el merecido reconocimiento de un nuevo Premio Nacional!
Susan Campos Fonseca
Costa Rica, 8 de febrero de 2013
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Fotografías:
1. El Maestro Marvin Camacho, Premio Nacional de Composición 2013, en su casa de Turrialba, Costa Rica. Foto: Susan Campos©2013.
2. “La Visión de Chiri” por Susan Campos (1992), dedicada a Marvin Camacho (Chiri era el nombre con el que le llamaba su padre). Colección personal del Maestro Camacho. Foto: Susan Campos©2013.
Por: Susan Campos Fonseca – Fuente: www.susancamposfonseca.com